lunes, 9 de agosto de 2010

Saquémonos las caretas


Sabido es que, de manera extraoficial y al margen del conocimiento publico, existe una suerte de ranking para el premio Nobel.

Cómo es esto, se preguntará. Muy simple.

Aunque usted no lo crea, el mundillo científico y académico responde a las mismas idiosincrasias que el vulgo en materia de celos, chisme y conventillo. A cuenta de esto, tanto las grandes como desconocidas personalidades de todos los campos del conocimiento humano entienden que no todo premio importa un reconocimiento de valor en la comunidad científica, aún a veces, siquiera unge con alguna dignidad al premiado.

Tal es el caso del premio Nobel de Literatura.

Por las callejas de Estocolmo, anciana ciudad de majestuosa pompa, se corre la bola que el Premio de Literatura es un chiste. Cuentan funcionarios de la Academia Sueca, solicitando mantenerse en el anonimato, que en las postrimerías del siglo XIX, cuando se empezaba a dar forma a la premiación que tuviera su primera entrega en 1901, y hallándose reunidas grandes mentes noruegas de la época junto con los albaceas de Alfred Nobel y representantes de la Corona, se abocaron a la cuestión de cuáles serian las disciplinas alcanzadas por el naciente galardón.

Rápidamente y con gran atino surgieron las palabras "Física y Química" que nada tenían que ver con Sabina, sino que respondían esencialmente al área donde Don Alfred tan excelsamente se destacó.

Decididas las primeras 2 ciencias (había dineros suficientes para 5 premios) se avocaron a la elección de las disciplinas restantes.

A poco tiempo de debatir, "Medicina" aparecía como la opción mas acertada, por cuanto es una ciencia loable cuyo homenaje estaría siempre encaminado al bienestar humano. Por similares motivos se acordó el Premio de la Paz. Dos menos.
Después de interminables jarras de café, frenético consumo de tabaco, algún que otro opiáceo, y no sin antes haberse tomado a puñetazos un par de veces, los integrantes del Comité cayeron en la cuenta que habían estado deliberando de manera continua durante 11 días con sus noches y decidieron zanjar definitivamente la cuestión. Si no podían alcanzar el consenso de manera razonada y democrática, quedaría en manos del destino la elección de la disciplina halagada con tan alto honor.

Fue el Dr. Jørgen Brekhus quien instó a los presentes a escribir en una papeleta la disciplina que a juicio de cada uno debería ser el quinto premio. Cumplido lo cual, mediante el consabido método del sombrero (muy popular por esas épocas), fueron los votos introducidos en la galera de otro asistente – licenciado Gunnar Folstad – y se procedió a extraer uno: "literatura"…

-"Quien fue el hijo de puta!?" – reza el acta de reunión, atribuyendo esos dichos al propio Brekhus, en una traducción al castellano mas o menos literal.

Ninguno de los presentes se hizo cargo aunque el profesor Olaf Stoltenberg – rector de la Universidad de Oslo – sonreía sospechosamente al fondo del salón.

De esta manera quedó establecido el premio Nobel de Literatura y es en virtud de este origen azaroso, despojado de todo rigor académico y sustraído al conocimiento público, que dicho galardón es menospreciado por la comunidad científica en general, otorgándosele el mote de “premio consuelo” en los círculos eruditos; denominando a quienes resultan laureados en dicha categoría con una palabra en noruego cuya traducción literal se acerca a nuestro vocablo "pichis"

3 objeciones:

Lic. Odiola Rutheena (pronúnciese "Rutina") dijo...[Reply to comment]

putamadre, q bocasucias q eran che!

El exabrupto antes mencionado es off the record.


Atte. Odiola Rutheena.



:D

Balconito dijo...[Reply to comment]

Es que Escandinavia se caracteriza por cuatro cosas:
- Vkingos
- Mitología
- Bacalao
- Grandes puteadores

Anónimo dijo...[Reply to comment]

Sr. Balconito, la pifió con lo del bacalao,es salmón... me extraña semejante error.