- ¿Cabezón, sabés qué? – seguía Verónica – Constitución cambió. Ahí jamás andaría. Sería estúpido. ¿Quién podría?
- Tenés razón – contestó Matías
Verónica Sánchez, profesión antropóloga, tomó anís distraída.
- ¿Estás débil? – buscó sinónimos, encontró – ¿frágil, alicaído?
- Sí, quizá esté más lánguido. Cíclicamente fláccido
- ¿¡Cómo!?
- Sí – respondió holgazán
- Contá…– inquirió sonrojándose – ¿qué ocasión notás más…. tétrica?
Matías pensó qué habría después, qué opinión provocaría, qué reputación tendría. Conversación impía según tradición evangélica, analizó. Sabíase réprobo, sacrílego. Ridícula reflexión. Corrían épocas más dinámicas. Rápido, cambió tópico.
- Viajé. Recién volví
- ¿Sí? ¿Dónde?
- Paraná. Dieciséis días. Resultó típica travesía vía ómnibus: dormí incómodo, chófer despótico, café frío…. Terrorífico
- ¿Incluía estadía? Pensión, mesón…
- Sí, hostería. “Río Épico” llamábase. Construcción rústica, edificación prehistórica parecía. Poseían cafetería más antihigiénica aún. Llegué, desempaqué, almorcé. – relató Matías – Glotonería omnívora sentía. Pedí salmón. Equivocación estúpida. Cocción heterogénea, insípido... parecía hígado. Comí crédulo aún. Resultó indigestión característicamente ictícola. Armé pantagruélico escándalo. Tardíamente recapacité. Pedí públicamente perdón, disculpándome después muchísimo más íntimamente. Sentí increíble desazón viéndolos cómo desoían. Desistí. Algún maître engreído sonreía detrás mío. Fisgón
- ¿Qué más? – inquirió Verónica
Matías rememoró fácilmente:
- Tenían velódromo también. Magnífica instalación. Había discípulos acróbatas instruyéndose allí.
- Mirá… – exhaló Verónica. “Conversación soporífera”, pensó. Provocávale ahíto. - Narración titánica. Suprímela, podrás?
- ¿Cuál? ¿Ésta?
- Sí, ilógica extensión. Resultó kilométrica crónica.
- Tenía más anécdotas: fantásticas, espléndidas, magníficas. Además, querés oír…?
- Pará! Sanseacabó! – irguióse instantáneamente. Huyó neurótica.
- Qué traspié! – lamentó Matías – Jamás tendré cópula…
A Malvina, crítica ortográfica trasatlántica, con mucho cariño.
( Ves que pongo acentos!? Qué lo parió…! )
11 objeciones:
No me esperaba menos de vos... impecable.
No censuro notas por analíticas. Eso estaría mal y no corresponde, violaría derechos ajenos. Lo que sí hago - sin afectar a terceros - es pasármelas por ciertos lugares, por ser improcedentes.
No dije que esta nota me la pasaba. Es una nota ni fu ni fa.
La interpretación libre es alentada. No así la necedad, el egocentrismo, ni la hostilidad ociosa o por deporte.
Seguí participando...
He leído esta novela de una antropóloga y el chico Matías. Me asombra lo que dice Matías porque me parece que este muchacho no copulará nunca con nadie!!!mmmmmmmmmm...Qué terrible!!, no???...si sigue con esa actitud cobardona...qué se juegue Matías, que sea HOMBRE, que MADURE y se la juegue!!!porque cobardes hay un montón en esta Argentina tan bastardeada...es más me parece que son la mayoría de los hombres argentinos, que no quieren jugársela y comprometerse!!!
Saludos Atte...Lucy
Muy bueno Don Balconito!
Dirá que pone "tildes" tal vez... acentos llevan todas las palabras! ;)
Saludos!
Felicítolo!
(Valió la pena el chivo en SMAEP)
Una de las cosas q más me gustaron fueron las palabras usadas. Un léxico muy poco usado.
Buenisimo!
Mucho ruido y pocas nueces diría un primo mío llamado Willy Jaques Pierre.
Entendible la actitud de la fémina...
Igual, hay cosas peores. Esa será una anécdota más en su haber, probablemente.
Lic. O. R.
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